De picada bajaron los buitres
cuando muerto cayo en el desierto
mas tuvieron que aguantarse el hambre
porque no estaba solo Ruperto.
El caballo se quedo con su amo
y salvaje lo salvaguardaba
iba herido también en el pecho
pero a nadie dejo se arrimara.
Con su cuerpo le daba su sombra
y también le lamía las heridas
le arrimaba el hocico a la boca
para ver si lo volvía a la vida.
A Ruperto lo odiaban los hombres
porque todas las hembras lo amaban
y por eso en Caborca le hicieron
entre muchos la peor emboscada.
Pero el potro lo saco del paso
como flecha voló por los aires
y fue a dar al desierto inclemente
para colmo de todos los males.
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Al final de un largo arrastradero
a los dos los encontraron muertos
quiso a rastras el potro llevarlo
pero muerto cayo en el intento.