Nadie sabe cuanto tiempo, traia cargando amarguras, como recuerdo a mi viejo, y sus tantas aventuras.
Se le volvieron los años, en su rostro una madeja, y transformó su sonrisa, tan solo por una mueca.
Si encuentras en tu camino, a un hombre que va llorando, dile que a diario en mis rezos, su nombre voy pronunciando.
Por señas tiene ojos tristes, herido su corazon, es alto y de pelo blanco, su mirada es puro amor.
Ese señor de las canas, en las buenas y en las malas, siempre supo responder, fue pobre alla por su infancia, tuvó un poco de ingnorancia, pero, pero la logró vencer
Si encuentras en tu camino, a un hombre que va llorando, dile que a diario en mis rezos, su nombre voy pronunciando.
Fue andador de mil veredas, de pueblos y calles viejas, ahí quedaron sus años , ahí acabaron sus penas.
|