Mi Señor, mi Señor, mi Señor...
Y yo que no soy nada más que vida enlatada te encomiendo me des alma ilusiones, sueños, calma.
Y yo que soy vacío líbrame de los hastíos de la muerte, de los fríos de los lunes en los castillos.
Y yo que nunca estuve ni en tus planes, ni en tus nubes quiero ser materia y no querube pompa que se queda y no sube.
Pero no me dejes solo cuando sea tu soldado dame flores y ruletas relojes y bicicletas.
Y una mujer que llene la vastedad de este paraíso de cristal una amante de ojos grises de pechos grandes y labios felices.
Una mujer, no una marioneta. Un ser, no una silueta. Una compañera, no una muñeca.
Creala Señor no me dejes solo odio los espejos y sus reflejos.
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