Nunca fui al monte, ni llegué a La Quebrada. Lejos del arroyo, más aún de la montaña. Sin embargo, me gusta chacarear de vez en cuando.
Quien dirá si debo, si puedo o si soy bueno. Quien dirá si debo, si puedo o si soy bueno. Mientras tanto, canto como me salga, bien desde adentro.
Y sin dudar me convertí. De a ratos soy el paisano del Adoquin. Así no más, no más así. De a ratos soy el paisano del Adoquin.
Bicho de la urbe, la que se tragó los indios, la que siempre impone sus modas y sus caprichos. Un porteño con la verdad adelante y atrás los cueros.
¿Qué sentido tiene pretender lo que no he sido? Tomo el mate listo, con la estufa mato el frío, y con las manos, hago palmas y viajo...me lleva el ritmo.
Y sin dudar me convertí. De a ratos soy el paisano del Adoquin. Así no más, no más así. De a ratos soy el paisano del Adoquin.
|