Dibujado en el estaño como un comic empapado, congelado en el instante de empinar para olvidar. Relojeale la mirada, escondida en el pasado como el preso cuando añora lo que no puede tocar.
El domingo del eclipse le batió que la quería le arrancó el botón de arriba, la besó en el corazón. Ahora toma y rebobina; esa noche que llovía la llevó a bailar a Almagro en el Torino marrón.
En la bestia potenciada desafiábamos destinos, me reía del camino hasta que se me acabó. Crepitaban los billares y tu risa envinecida salpicaba de alegría nuestras noches de fragor, ahora todo eso ha quedado en el retrovisor.
Ella vive en Caballito quedó viuda y no lo olvida se arrepiente de aquel día, por capricho lo dejó. Lo imagina acelerando ya canoso y clava un Valium y no cabe entre sus sueños que el Torino se fundió.
Sólo falta que se encuentren una noche en la Avenida, que se miren sorprendidos y recuerden la pasión. Que contemplen un segundo lo que podría haber sido, y que sigan su camino avergonzados los dos.
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