Un tedio sigiloso a raíz de una amistad Que tan pocas cosquillas me alcanzaba a generar.
Un tonto se conforma con un pájaro a su merced Yo faltándole a esa norma porque siempre quiero cien.
Premio a la perseverancia: Tus dotes me adjudiqué. Sectario de tu elegancia, fui feliz aquella vez.
Es que hay fuegos que no logran extinguirse. O aquel, no pudo, al menos, y será que yo no quise.
Me convierto en represor de mis impulsos, Se me distorsiona el pulso Y se hace ausente, por un rato, mi respiración. Son enfectos razonables por la falta De lo que mi alma se jacta: Ser la dueña para siempre de tu perfección
Una broma colectiva, y de vuelta a fantasear con sacarte hasta el i.v.a en esta oportunidad.
La nocividad del tiempo no conseguirá triunfar Porque va a ser eterno nuestro idilio en realidad
Destilando optimismo arraigado en la seguridad de saber que lo mismo sentís cuando me mirás.
Y es que existen fuegos que no logran extinguirse. O aquel, no pudo, al menos, y será que yo no quise.
Me convierto en represor de mis impulsos, Se me distorsiona el pulso Y se hace ausente, por un rato, mi respiración. Son enfectos razonables por la falta De lo que mi alma se jacta: Ser la dueña para siempre de tu perfección
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