Sembraste un lucero a la soledad, un enjambre de lunas al cielo, robando a la noche la ingenuidad encendiendo aguaceros...
Prendiéndole versos al atardecer, convidando al hastío a un desquite, trayendo mis manos del barro hasta bien, hoy te da a que te olvide.
Que me olvide de amaneceres, de caricias y excesos, de humedades y besos de eternas promesas, soñadas ternuras, ausencias y padeceres.
Que me olvide de tanto suspiro, tanta rosa ganada, hoy vencida y tirada, me pides un olvido frío, hasta donde no llegue el deseo ni el río.
Echando a volar la sinceridad y a cantar las gaviotas, fue saltando un amor de ocasión y azar a otro amor de palomas.
Cuando el mar rompe suave el anochecer y no hay sol que lo evite, de regreso del viento y del obscurecer hoy te da a que te olvide
|